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En esta oportunidad les dejo una breve síntesis de la tesis de referencia. Espero sea de su utilidad.

Todas las concepciones corrientes de la relación entre desarrollo y aprendizaje en los niños pueden reducirse esencialmente a tres posiciones teóricas importantes:

  1. los procesos del desarrollo del niño son independientes del aprendizaje. Simplemente utiliza los logros del desarrollo en lugar de proporcionar un incentivo para modificarlo.
  2. el aprendizaje es desarrollo. se basa en el concepto del reflejo (James: redujo el proceso de aprendizaje a la formación de hábitos, identificándolo con el desarrollo).
  3. combina 1 y 2. Koffka: el proceso de maduración prepara y posibilita un proceso específico de aprendizaje.

Zona de Desarrollo Próximo; Una nueva aproximación

Aunque rechacemos las tres posiciones teóricas discutidas, su análisis nos lleva a una visión más exacta de la relación entre aprendizaje y desarrollo.

Un hecho de todos conocido y empíricamente establecido es que el aprendizaje debería equipararse, en cierto modo, al nivel evolutivo del niño. Tenemos un nivel evolutivo real (cuando determinamos la edad  mental de un niño utilizando tests) midiendo actividades que los pequeños pueden realizar por sí solos pero nunca se plantearon la posibilidad de que lo que pueden hacer con la ayuda de otros. Se demostró que la capacidad de los niños de idéntico nivel de desarrollo mental para aprender bajo la guía de un maestro variaba en gran medida, y es esto lo que denominamos la zona de desarrollo próxima: distancia entre el nivel real de desarrollo, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz. 

Lo que se encuentra hoy en la zona de desarrollo próximo, será mañana el nivel real de desarrollo; es decir, lo que un niño es capaz de hacer hoy con ayuda de alguien, mañana podrá hacerla por sí solo.

Los psicólogos más recientes han demostrado que una persona puede imitar solamente aquello que está presente en el interior de su nivel evolutivo. Nosotros postulamos que lo que crea la zona de desarrollo próximo es un rasgo esencial de  aprendizaje: despierta una serie de procesos evolutivos internos capaces de operar sólo cuando el niño está en interacción con las personas de su entorno y en cooperación con algún semejante. Una vez se han internalizado estos procesos, se convierten en parte de los logros evolutivos independientes del niño.

Partimos reconociendo que la obra freudiana está basada en hipótesis, muy lejos de querer imponer dogmas como muchos han malinterpretado. El mismo reconoció que estaba dispuesto a modificar y mejorar sus trabajos.

Para el autor el eje del desarrollo humano reside en los procesos de transformación que sufren las pulsiones (impulsos) primarias u originarias: sexuales y de preservación (yoicas). Luego llamará a las primeras de vida y a las otras de muerte.

El argumento central es que el psiquismo humano se desarrolla por la presión ejercida por la cultura, a través de las relaciones con otros, en el individuo sobre la inhibición de las pulsiones sexuales y una transformación de todas en general.

Para el autor el desarrollo de la cultura es el logro máximo obtenido por la sociedad humana, tal como dice en una carta a Einstein «… nosotros debemos al proceso de evolución de la cultura, lo mejor que hemos llegado a ser así como también, una buena parte de aquello de lo cual sufrimos».

La sociedad requiere inhibir esos impulsos individuales (sexuales) que no condicen con la vida social para transformarlos en impulsos útiles, con intereses comunes (sublimación). Para Freud, el recién nacido es un ser no social, es un animal de placer, es un ser antagónico a la sociedad y a la civilización y debe, por ende, ser transformado en una criatura de razón, en un ser social, en un, como diría Freud, «vehículo de civilización».

En base a esto el autor reconoce que el desarrollo psíquico puede verse interrumpido, acarreando un gran costo para la sociedad: la neurosis. Esto es cuando no se logra transformar al individuo en un ser social en su totalidad, constituyéndolo como un ser de sufrimiento e ineficiente para la comunidad (el sujeto gasta su energía psíquica en síntomas neuróticos). Entonces podemos decir que existe una gran flexibilidad: se puede evolucionar o involucionar.

Es importante aclarar que, al nivel del sentido común existe una idea de que el autor es un representante de un argumento hedonista, y aseguraría el dominio del principio del placer. La verdad que está muy lejos de ese argumento. Para el logro más importante del desarrollo de la especie humana es el de un dominio de los impulsos por parte de la razón, es decir, el desarrollo de un control racional del comportamiento:»el ideal psicológico es la primacía del intelecto».

Finalmente el autor reconoce un fenómeno que denomina “hipócritas culturales”: la sociedad actual, y la educación en su misión específica, trataría de lograr un comportamiento social de los individuos sin transformarlos por dentro (base pulsional del comportamiento humano). Simplemente modifican su conducta, pareciendo seres sociales pero solos por fuera.

Ahora bien, cuál sería la explicación de este fenómeno: Freud enfatiza la negativa de la sociedad a tomar en cuenta la constitución de los individuos como base para producir cambios y transformaciones en su psiquismo; la sociedad actuaría en desconocimiento, casi total, de los procesos en que esta intención de cambio está interviniendo, y en desconocimiento total de los procesos psíquicos que está desencadenando.

En esta tarea de inhibir, prohibir y suprimir pulsiones, la  actividad educativa enfrenta el permanente riesgo de la neurosis, la cual es, entre otras cosas, el riesgo inevitable de la educación. El autor plantea que la solución no se encuentra de ninguna manera en la no inhibición, como desgraciadamente muchas veces se piensa, sino que, dado que la no inhibición es imposible al ser un requisito para el funcionamiento de la sociedad y para el buen funcionamiento del mismo individuo, la educación debe encontrar un óptimo que permita alcanzar el máximo, en cuanto a un desarrollo intelectual conforme al Principio de Realidad, y dañar lo menos.

Por consiguiente, el problema educativo es, fundamentalmente, no el de no inhibir sino el de decidir cuánto prohibir, en qué momento, y por qué medios.

Para lograr este óptimo, a la educación le cabe necesariamente tomar en cuenta el hecho de que los individuos tienen diferentes disposiciones constitucionales innatas y que, por lo tanto, deben existir procedimientos educacionales diferentes. Este argumento va a ser particularmente valioso de considerar cuando discutamos la problemática del aprendizaje significativo.